Marea Editorial

Andrea D’Atri: "El Segundo Sexo fue un libro escandaloso, sin el cual es impensable el feminismo contemporáneo"

Transcribimos la intervención de Andrea D’Atri, de La Izquierda Diario y fundadora de la agrupación feminista socialista Pan y Rosas, durante la presentación de "El Segundo Sexo en el Río de la Plata", de Mabel Bellucci y Mariana Smaldone (comp.), en la Feria del Libro.

Buenas tardes. Quisiera agradecer a Marea Editorial y especialmente a Mabel Bellucci que me invitó a participar de esta mesa. Muy lisonjeramente me dejó un audio en whatsapp que decía que Simone De Beauvoir estaría contenta de que hubiera una "zurda" presentando este libro. Así que voy a tratar de hacerle honor, empezando con esta advertencia de la propia Simone:

"No olvidéis nunca que bastará con una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen. Estos derechos nunca son adquiridos. Deberéis permanecer alerta durante toda vuestra vida."

Quería comenzar con estas palabras porque iluminan lo que estamos viviendo en estos días, con la posibilidad de que la Corte Suprema de Estados Unidos anule el fallo de 1973 a favor de la ciudadana Norma MacCorvy, conocida bajo el alias de Jane Roe contra el fiscal de Texas Henry Wade. Roe versus Wade marcó la historia de la despenalización del aborto en Estados Unidos. Hoy las mujeres se movilizan en el corazón del imperialismo norteamericano para evitar su retroceso.

Desde aquí nos solidarizamos con las mujeres y personas gestantes en EE.UU., especialmente con las jóvenes afroamericanas, chicanas y latinas, trabajadoras y desocupadas que son quienes tienen los trabajos más precarizados o soportan las peores humillaciones en la ilegalidad, con el miedo permanente a ser deportadas.

¡Deseamos que nuestra marea verde llegue a las costas norteamericanas hasta arrancar este derecho a decidir para todas por ley!

Simone tenía 63 años cuando escribió que "El aborto libre y gratuito no es nuestra única plataforma de lucha. Esta demanda es simplemente una exigencia elemental. Si no se la toma en cuenta, el combate político no puede ni siquiera comenzar. Recuperar, reintegrar nuestro propio cuerpo constituye para nosotras, las mujeres, una necesidad vital. De frente a la Historia nuestra situación es bastante singular: en una sociedad moderna, como la nuestra, somos seres humanos a quienes se les prohíbe disponer de sus cuerpos. Una situación que en el pasado sólo los esclavos han conocido".

Este es un párrafo del manifiesto "Yo aborté", que Simone De Beauvoir redactó en 1971 y fue publicado en Le Nouvel Observateur con la firma de 343 mujeres. Un manifiesto que disparó el debate y consiguió un gran apoyo social para la lucha por la legalización del aborto que, en Francia, finalmente se obtuvo en 1975.

Me quedo con esta idea de que la legalización del aborto "no es nuestra única plataforma de lucha", que es apenas "una exigencia elemental"; pero sin su cumplimiento, ante tamaña desigualdad de la mitad de la Humanidad, no puede comenzar "ningún combate político". Igualdad de condiciones para combatir juntos por toda nuestra "plataforma de lucha".

Un libro a destiempo

Repito que tenía 63 años cuando se sumó a la segunda ola del feminismo que sacudía los países imperialistas. Y ese libro del que habla este otro libro compilado por Mabel y Mariana, también es una obra de su madurez. El Segundo Sexo apareció muy lejos de la primera ola feminista de las sufragistas y más de 20 años antes de la segunda. Justamente, una de las características que más me atrae de este libro es ese contratiempo o destiempo que lo hace inigualable.

Un ensayo que parte del descubrimiento, por parte de la autora, de que ella era mujer. Lo que también podría leerse como un destiempo, porque ya tenía 41 años cuando escribió El Segundo Sexo ¡y todavía no había advertido este detalle! Aunque, fuera de broma, después analiza que su pertenencia de clase algo había tenido que ver en que pudiera desarrollarse como escritora, convertirse en una intelectual, desafiar el destino del matrimonio y la maternidad y pertenecer al círculo de los más renombrados filósofos franceses. Que aquello que había naturalizado de sí misma, era una excepción y no la regla.

El libro también tuvo muchísimas lecturas a destiempo. Incluso en las orillas del Río de la Plata, como analizan muchas de estas diversas voces de Argentina y Uruguay que aparecen aquí compiladas en el libro publicado por Marea Editorial.

En 1949, cuando apareció El Segundo Sexo, se vendieron más de 22 mil ejemplares solo en la primera semana. En EE.UU. se vendió ¡un millón de ejemplares! Tiradas que ninguna editorial presente en esta Feria puede siquiera soñar.

Pero, a pesar del éxito de ventas, el libro causó un escándalo en todo el mundo y tuvo el mérito de integrar la lista de libros prohibidos por el Vaticano, por la dictadura franquista en España y por el régimen estalinista en la entonces Unión Soviética. ¡Quién pudiera!

Claudine Monteil, quien escribió una breve biografía centrada en el vínculo de Simone con su hermana, señala que cuando salió El Segundo Sexo, el escritor existencialista amigo de Sartre, Albert Camus, le recriminó que ridiculizaba "al macho francés". Pero junto con las cartas que traían amenazas de muerte e insultos, también recibió el apoyo y la gratitud de centenares de mujeres que, en sus cartas, le repetían "Su libro me cambió la vida."

El Segundo Sexo fue un libro escandaloso, vituperado en su aparición a destiempo y, con el tiempo, convertido en un clásico sin el cual es impensable el feminismo contemporáneo. Porque es el libro que encierra aquella tesis que atravesó los tiempos de varias generaciones del feminismo en diversos rincones del planeta: "No se nace mujer, se llega a serlo."

Probablemente no haya habido, hasta la actualidad, ningún otro libro feminista que tenga ese impacto. Me atrevo a decir que no hemos hecho más que escribir a favor de Simone De Beauvoir, en contra de Simone De Beauvoir, profundizando algunos aspectos de sus tesis de El Segundo Sexo o discutiendo otros. Pero analizándolo, celebrándolo, debatiéndolo o denostándolo, no hemos sido más que las Salieris de Simone.

La Dra. Ana María Fernández, psicoanalista, estuvo presente en el evento y tomó la palabra en el debate.

Un existencialismo propio

Si el feminismo es un movimiento político que lucha por la emancipación de las mujeres (y digo un "movimiento político" y no una "hermandad", parafraseando a Gloria Steinem), lo ha sido refutando la feminidad naturalizada y la supuesta unidad colectiva que se basa en esa ilusión.

Y eso, en gran medida, se lo debemos a De Beauvoir. Aunque en laberínticas y paradójicas afirmaciones de actualidad, ciertos feminismos coincidan trágicamente con la ultraderecha vociferante en una exótica reivindicación del esencialismo biológico.

Además, su libro es un gran ejercicio de pensamiento autónomo, incluso respecto de su propia adhesión a la escuela existencialista de Sartre.

Como señala la politóloga Linda Zerrilli en su libro El feminismo y el abismo de la libertad, "Contra Sartre, para quien la libertad es un estado subjetivo interno que persiste incluso bajo las condiciones sociales más opresivas (…), Beauvoir sostiene que ser libre es poder hacer. Una mujer del harén no es libre, sostiene Beauvoir en oposición a Sartre, porque la libertad no sólo requiere un Yo-quiero, sino un Yo-puedo (…). El Yo-puedo apunta a las condiciones mundanas que nos permiten hacer lo que queremos. Por lo tanto, el problema de la libertad de las mujeres, inicialmente formulado como una cuestión del sujeto y en términos de la libre voluntad de la Mujer en singular, resulta ser el problema de transformar las condiciones del mundo común y, por lo tanto, un problema de acción política: las mujeres deben aprender a actuar en común, a decir nosotras, concluye Beauvoir.", según Linda Zerrilli.

La influencia marxista parece importante en sus nociones de "libertad" y "situación". Para Marx había (¡cómo no iba a haberla!) una clara distinción entre la libertad concreta y la libertad abstracta. Como la clase obrera, que "goza del derecho" a la libertad abstracta aun cuando su vida se desenvuelve en la más férrea dictadura del capital, las mujeres también han sido privadas históricamente de ejercer su libertad concreta.

El Segundo Sexo analiza la opresión de las mujeres echando mano de la fenomenología existencialista, el hegelianismo y el marxismo, intentando integrar los conceptos de alienación y la dialéctica del reconocimiento amo/esclavo, de una manera diferente a la que lo hizo Sartre.

No es nuestro propósito ahondar en un análisis de su obra, de la que no somos expertas y de la cual tenemos numerosas autoras feministas de las cuales aprender. Muchas de ellas aparecen en esta compilación de Bellucci y Smaldone. Solo mencionar esta cuestión que muchas especialistas en su obra destacan, porque allí radica la posibilidad -si existiera- de hablar de su "existencialismo marxista", como lo ha denominado también la querida feminista ítalo-mexicana Francesca Gargallo.

Gargallo nos llama la atención sobre el hecho de que a la hora de redactar El Segundo Sexo, Simone "era la filósofa existencialista francesa, pero no era todavía una feminista, pues creía que los problemas de ’la mujer’ se resolverían automáticamente en el contexto de una sociedad socialista." Faltaban aún más de 20 años para que la escritora existencialista de izquierdas, se declarara feminista y se sumara al Movimiento por la Liberación de la Mujer, aunque reconociendo que, como recuerda Gargallo, "no se podía luchar a favor de las mujeres, independientemente de la lucha de clases".

Un feminismo de la lucha de clases

Así que para ir cerrando, quisiera traer las reflexiones de la propia Simone De Beauvoir en una entrevista que le hicieron en televisión en el año 1975. Quizás muchas la conocen. Espero que las que aún no la vieron, vayan corriendo a buscarla a youtube, porque es imperdible.

Le preguntan sobre las críticas que recibió por El Segundo Sexo y ella dice: "Las críticas que más me han decepcionado son las de los hombres que creía igualitarios. Hay comunistas que han escupido en el libro, diciendo que a las obreras les da igual lo que escribo. Esto es completamente falso. El libro va destinado más a las mujeres obreras que a las burguesas."

Después de hacer una dura crítica al estalinismo, dice que es difícil prever lo que puede conseguir el Movimiento de Liberación de las Mujeres: "En qué medida las mujeres considerarán el ejemplo de las pioneras, tomarán conciencia de su explotación, de su opresión, no sabría decirlo. Pero tengo la impresión de que están menos resignadas que antes."

El periodista entonces le señala que hay muchos cambios en el panorama político de su presente (en 1975) que incluye la creación de una institución ministerial en el gobierno. Y De Beauvoir le responde: "Sí, pero, para mí, la Secretaría de la Condición Femenina es pura mistificación. Es una concesión que se ha hecho a las mujeres para darles la impresión de que importan. En realidad, a Françoise Giroud [que era la que ocupaba esa cartera] no le proporcionan los medios para hacer nada, no tiene presupuesto, no tiene dinero. Todo lo que puede hacer son tímidas propuestas, que sólo se llevarán a cabo si los hombres las toman en cuenta y las consienten."

El periodista insiste en que si no hay que esperar la revolución para tratar de cambiar la situación, entonces es mejor aceptar las reformas parciales. Simone responde: "No, todo no es bueno. Hay veces que lo que se les ofrece a las mujeres son pequeñas concesiones o mistificaciones. Es una manera de desmovilizar a las mujeres. Hacerles creer que se hace algo, cuando en realidad no se hace nada. Es una manera no sólo de responder a la lucha de la mujer, sino también de suprimirla para que no tenga razón para existir. Las feministas nos negamos a esta desmovilización, queremos seguir con la lucha y que está sea dirigida por las mujeres y para las mujeres. No podemos esperar que el gobierno, que es favorable al orden actual, dé satisfacción a las mujeres que reclaman un cambio tan grande que perturbaría ese orden."

Con todas sus contradicciones, con todas nuestras diferencias, la que se adelantó a todos los tiempos, desde el pasado todavía nos sigue señalando el futuro.