Marea Editorial

ANORMALIDAD Y DELINCUENCIA, EL CASO ARGENTINO

La periodista gualeguaychuense Verónica Toller acaba de publicar su libro Daños colaterales, sobre el desarrollo del conflicto por la papelera Botnia, instalada en la ciudad uruguaya de Fray Bentos.

Por Andrés Cárdenas


BUENOS AIRES, 3 (ANSA) - La mirada sobre el Otro desde el punto de vista social dominante a partir de la constitución del estado argentino moderno, con los supuestos ideológicos sobre qué constituye la "anormalidad" y su interesada vinculación al mundo de "la degeneración, la delincuencia y el delito", conforman el universo de un ensayo histórico publicado en Buenos Aires por el historiador, músico y poeta Gabo Ferro.
En el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, Ferro presentó "Degenerados, anormales y delincuentes. Gestos entre ciencia, política y representaciones en el caso argentino" (Marea Editorial), un trabajo bien documentado que abarca particularmente el caso argentino en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX.
En tres grandes capítulos, el autor indaga en lo que llama "la construcción de la familia degenerativa argentina".
Pasa de la impronta positivista y de selección darwinista que impregnó a la enseñanza laica impulsada por la elite gobernante liberal desde 1880, culminando en las representaciones populares y las huellas de estas construcciones sociales de la anormalidad en el "período de oro del cine argentino", entre la década del 30 y mediados de los 50.
El autor destaca "la alianza temprana entre medicina, política y cuestiones legales" en la clase dominante ilustrada argentina de fines del siglo XIX.
Se trata de la misma clase que, tras impulsar la colonización europea, con el fin de poblar vastos territorios arrebatados por la fuerza a los pueblos originarios, se siente invadida y amenazada por nuevos actores sociales que pueblan el país y planifica dominarlos de modo metódico a través de escuelas, talleres de oficios, y en el peor de los casos, con presidios.
"Fundar establecimientos penales en territorios despoblados, fertilizar la tierra con el sudor de los degenerados que fermentan sus instintos perversos en las ciudades donde está el foco de su producción, he ahí el remedio: evitar la reproducción de aquellos que no pueden readaptar su conducta propia a la social colectiva", cita un ensayo del doctor Abel Sonnemberg, una de las eminencias médicas decimonónicas argentinas.
Este es el foco de la política planificada que otros miembros prominentes de la oligarquía local, a su vez profesionales destacados, hicieron suya adaptando a su interés las tesis de Charles Darwin, la "Scuola Positiva" de Cesare Lombroso, Enricco Ferri y Rafael Garofalo y las taxonomías delictivas de "higienistas" y psiquiatras franceses y alemanes tales como Auguste Morel y Richard von Krafft-Ebing.
Estas teorías llevadas a la práctica, bajo control estatal, aportaron a la "domesticación y represión" de una población creciente, en constante transformación con los aportes migratorios y contaminada, a criterio de los gobernantes, por la irrupción de ideologías "peligrosas" como el socialismo y el anarco-sindicalismo importadas desde Europa.
Ferro recurre a publicaciones de la época y a archivos oficiales y privados que muestran, por ejemplo, las mediciones hechas con aparatos lombrosianos, como el "antropómetro" o el "cefalómetro", a millares de niños en edad escolar durante los primeros años del siglo XX. Se trataba de la detección temprana de "idiotas, imbéciles, débiles de espíritu y degenerados simples o superiores".
También bucea en las condiciones de detención infrahumanas de las instituciones de minoridad, una tradición de larga data, aún hoy, en todo el continente americano.
Finalmente, el autor analiza representaciones cinematográficas como la obra del director Carlos Hugo Christensen, en filmes como "La muerte camina en la lluvia" (1948), "La trampa" (1949) o "No abras nunca esa puerta" (1952).
Ferro deconstruye allí las tipologías tradicionales de la criminología, instauradas desde décadas antes, y reformuladas en celuloide por el cedazo de la interpretación popular.
Tal vez, uno de los mayores méritos de la obra de Ferro sea dejar hablar a sus fuentes, sin caer en ningún momento en anacronismos tentadores, para execrar teorías hoy en apariencia superadas.
Y sí, en cambio, advertir, con tino, como muchas de aquellas categorizaciones aberrantes aún persisten más de lo admitido en el imaginario popular, legal y mediático, de una manera terriblemente rotunda y actual.