Marea Editorial

¡Arroja la bomba! de Vanina Escales por Mónica Tarducci

Este libro recorre la fascinante vida y obra de Salvadora Medina Onrubia, escritora, periodista, dramaturga, militante anarquista, practicante de la teosofía y el espiritismo (entre otras cosas), que nació en 1894 y murió en 1972. Si fascinante es su vida, lo es más la manera de encararla de Vanina Escales, que reconstruye siempre en contexto y tomando partido, las acciones de esta mujer excéntrica y contradictoria. Así, el libro comienza rescatando sus fuentes: Emma Barrandeguy, América Scarfó, Gloria Machado Botana, Osvaldo Bayer, entre otros que según la autora “recordaron para esta historia de montajes sobre los rumores de datos dispersos que sigue sus huellas literarias y los pliegues de su biografía” También los escritos sobre ella y alrededor de ella, los archivos, bibliotecas, estudiosas y amigas que la apoyaron en esta empresa. Que el capítulo I comience con el 17 de octubre de 1945 es una inteligente estratagema para presentar la compleja personalidad de la biografiada, que no duda en atacar con bombas molotov, desde el diario Crítica, a los obreros que marchan a Plaza de Mayo. Después, el capítulo retoma su cauce cronológico, relatando los orígenes de Salvadora, su familia y primeros años en Gualeguay. Maestra y madre soltera voluntaria a los dieciocho años, ya había publicado cuentos donde describía la dura vida de sus alumnos, cuando se instala en Buenos Aires en 1913, decidida a ser periodista. Su paso por el diario anarquista más importante de Argentina, La Protesta, es inescindible de su activismo libertario. Un activismo, para quien veía en el anarquismo “un refugio ético para el deseo, amparo para su voluntad, un hogar al que volver”, y que le permitía “ejercer su desenfado, desatar su insolencia, despreciar la obsecuencia, sellarse la frente con orgullo de anormal, poder maldecir los sueños cortos y reírse de los sirvientes funcionales”, según la espléndida síntesis de Escales. Salvadora se expresaba en tribunas anarquistas en una época de intensa militancia ácrata (tanto de varones como de mujeres) y de feroz represión. Su tenaz involucramiento en la lucha por la libertad de Simón Radowitzky corre paralela a su relación con Natalio Botana y su participación en el mítico diario Crítica. A propósito de lo primero, es una delicia leer el contrapunto entre lo que escribió Salvadora y lo que afirma Osvaldo Bayer en una entrevista con la autora. El libro continúa en cuatro capítulos imposibles de reseñar en toda su riqueza. En ellos aparecen la Semana Trágica, Alfonsina Storni, el Congreso Femenino Internacional, las mujeres anarquistas de la época, las feministas, Crítica, la dictadura de José B. Uriburu y la actuación de su esbirro Polo Lugones, así como las descripciones de su vida social en casas espléndidas como la quinta Los Granados. Todo ello le sirven de marco a determinados temas que suscitan la atención de la biógrafa: su producción literaria, su práctica política, su relación con la maternidad (sobre la que se conocía principalmente el relato filial de Helvio), sus descendientes (con más o menos fama), sus creencias esotéricas. Transcribir la carta de 1931 a Uriburu es un acto de enaltecimiento para Salvadora. La carta a Eva Perón, en cambio, nos la muestra soberbia y desubicada. Lo cual habla de la complejidad del personaje, pero también de la complejidad de la historia argentina, del peronismo y de su difícil relación con los intelectuales de la época. La mirada feminista de Vanina Escales recorre la vida de esta mujer singular con mucho rigor, un apasionado rigor que cuestiona el saber aséptico, mostrando que se puede fundamentar lo que se afirma y opinar al mismo tiempo. Algunas de sus fuentes estaban, otras las buscó expresamente, pero su mirada las resignifica. 

Por ejemplo, la muerte del hijo de Salvadora, Pitón, le sirve para pensar la maternidad y al mismo tiempo ser irónica con “los cuarenta años que tardé en besarla” de otro de sus hijos, el despiadado Helvio Botana, añadiendo: “quien sin embargo no dudó en hacer negocios con ella”. Además de su obra y las características de su personalidad, Salvadora está presente en el libro como una mujer solidaria, que podía usar un auto de lujo pero también llevar comida a quienes sufrían la cárcel por sus ideas políticas y dar trabajo a hombres y mujeres perseguidos. Prueba de ello son América Scarfó y la esposa e hijos de Severino di Giovanni. A la primera le sugirió que estudiara dactilografía en las Academias Pitman para contratarla en el diario Crítica, a la viuda de Severino y su esposo les dio trabajo en uno de sus campos y uno de sus hijos se jubiló como fotógrafo del mismo diario. Solidaridad que quien lea esta biografía, puede seguir también en los textos breves de Salvadora Medina Onrubia que la acompañan. Se trata de Mil claveles colorados, obra escrita en su vejez y publicada por primera en esta edición. Vuelve en sus páginas a la temática anarquista de su juventud, trayendo a los compañeros y amigos que tanto quiso y que acompañaron su extraordinaria existencia.

 

Mónica Tarducci

 Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género- Facultad de Filosofía y Letras- Universidad de Buenos Aires. Universidad Nacional de Rosario.

Contacto: latardu@gmail.com