Marea Editorial

«El Gran Operador»: Favaloro de pies a cabeza

El libro no escapa a las aristas políticas que envuelven su figura, porque aunque René se reivindicaba médico, lo cierto es que «para conseguir sus metas supo encumbrarse, con pragmatismo y astucia, en la trama del poder», escribe el biógrafo

«La tarea diaria seguía desnudando las falencias sanitarias y la impotencia en la que se desarrollaba mi trabajo. Había que cambiarlo todo, pero si no quería fracasar debía planearlo con precisión y entender que debía hacerlo progresivamente, con paciencia», dice.

Este testimonio en primera persona conversa y se expande en otro libro, «El gran operador» (Marea), del periodista Pablo Morosi, una biografía escrita con el pulso de un documental que recupera la historia en detalle del médico argentino desde sus orígenes como descendiente de italianos que llegaron al país antes del fin del siglo XIX, su infancia en La Plata -pegadita al barrio conocido como El Mondongo-, los valores que definían a su familia (el trabajo y el esfuerzo), hasta su formación universitaria y su actividad política como representante estudiantil, además de sus recorridos profesionales de La Pampa a Estados Unidos, su consagración, su regreso a la Argentina y los desencadenantes de su muerte.

De médico rural ignoto a su gran hallazgo cuando operaba a una mujer a tórax abierto, en Estados Unidos, donde se había mudado para profundizar su formación, el derrotero de Favaloro es tan intenso como la potencia de su nombre. Fue en esa cirugía, recuerda Morosi, con la precisión de un cirujano, cuando «escribió una de las páginas más importantes en la historia de la cardiología mundial. Fue la primera cirugía programada de revascularización miocárdica que utilizó la técnica luego bautizada con el término bypass, vocablo en inglés que significa derivación o puenteo».

Como señala el autor en la introducción de «El gran operador», esta panorámica de su vida también refleja el funcionamiento del sistema de salud argentino y sus claroscuros. «Un derrotero complejo, quijotesco y por momentos contradictorio, que acabó por determinar el sino trágico de su final», apunta el biógrafo.

Favaloro se suicidó con un disparo al corazón un 29 de julio del año 2000, a sus 77 años, cuando la Fundación que llevaba su nombre atravesaba una compleja crisis financiera, tras el recorte fiscal a la entidad y la deuda de la obra social PAMI.

«Por las características que tuvieron su intensa y prolífica vida y su dramática muerte, o quizás a pesar de ello, es que René Gerónimo Favaloro ha trascendido la obra científica y médica para erigirse en un símbolo que evoca en la opinión pública argentina valores como la honestidad, la vocación de servicio y la excelencia profesional, aunque la raigambre de su figura no esté exenta de controversias y complejidades que, precisamente, hacen a la condición humana», resume Morosi.

Por eso mismo, el libro no escapa a las aristas políticas que envuelven su figura, porque aunque René se reivindicaba médico, lo cierto es que «para conseguir sus metas supo encumbrarse, con pragmatismo y astucia, en la trama del poder», escribe el biógrafo y así lo detalla: «Sin distinguir entre colores partidarios ni entre períodos democráticos o de regímenes dictatoriales, frecuentó incansable los despachos oficiales y se hizo habitúe los cócteles de empresarios, diplomáticos y sindicalistas, siempre en procura de ayudas y acuerdos imprescindibles para financiar su iniciativa».

Esa misma iniciativa que hoy sigue en pie con la Fundación Favaloro y que desde mayo de este año se ve cubierta con un homenaje visual y potente: un mural hiperrealista, de 22 metros de altura, que retrata al cirujano con su pelo tirante para atrás, vestido con delantal blanco. El mural, que asoma en la intersección de Belgrano y Entre Ríos, fue realizado por Maxi Bagnasco, el artista conocido por hacer murales de Maradona y de Messi, otros de los héroes del imaginario argentino. Cuando lo inauguraron, su familia lo definió como «el último gran prócer».