Marea Editorial

El poder evangélico en Mendoza

Las iglesias evangélicas avanzan en la ocupación de espacios de representación democrática en toda América Latina. En diálogo con EL OTRO, el doctor en Ciencias Sociales de la UBA, Ariel Goldstein, nos ayuda a comprender el rol del pastor y senador oficialista Héctor Bonarrico, en el contexto del crecimiento del “neopentecostalismo” en la región. Características y límites de un fenómeno tan complejo como ineludible.

En la provincia, el pastor Héctor Bonarrico asumió su banca en 2018 y, a través de un pacto con el oficialismo, alcanzó durante la gestión Cornejo la vicepresidencia del Senado, importante escalón de la línea sucesoria provincial.

De esta manera el líder religioso coronó una sumatoria de intentos por representar a las mendocinas y los mendocinos en la Legislatura. El éxito vino de la mano del hoy diputado nacional José Luis Ramón, y del partido Movimiento de Acción Social Federal (Masfe), presidido a nivel nacional por el propio Bonarrico, quien eligió los colores de su bandera en base a las virtudes de Cristo: “el hombre perfecto, la sangre redentora, el rey, el hijo de Dios”.

A menudo las declaraciones discriminatorias del senador de la derecha mendocina, alineado con Alfredo Cornejo, se intentan consumir irónicamente en los medios locales amplificando así su discurso de odio al diferente. La última de las incursiones transfóbicas del pastor tuvo que ver con su deseo de impedir el Cupo laboral trans en la Legislatura, días antes de que el Concejo Deliberante del departamento de Rivadavia lo aprobara con el impulso de la banca del pueblo.

Para ayudarnos a entender este fenómeno, que ya se instaló en Mendoza en el contexto de una estrategia regional, EL OTRO entrevistó a Ariel Goldstein, doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, investigador del Conicet, y autor de los libros Poder Evangélico. Cómo los grupos religiosos están copando la política en América y Bolsonaro. La democracia de Brasil en peligro.

Lejos de ser un emprendimiento personal de Bonarrico en la política local, la incursión de las iglesias evangélicas en la disputa por el poder institucional tiene un complejo desarrollo histórico en toda América.

De acuerdo con Goldstein, el pentecostalismo surge alrededor de la década de 1950 en Estados Unidos, como una transformación del protestantismo desde una renovación carismática que aviva la fe evangélica. Es una de las bases electorales del Partido Republicano que posibilitó que Ronald Reagan presidiera ese país entre 1981 y 1989, y liderara el proyecto de globalización neoliberal, junto con la primera ministra británica Margaret Thatcher. Por entonces la derecha norteamericana capitalizó el resurgir evangélico blanco que hoy tiene una línea de continuidad en la figura de Donald Trump, a punto tal que, según estudios del Centro de Investigaciones Pew, más del 80 por ciento de ese sector votaría la reelección del candidato republicano.

En el caso de América Latina, el doctor Goldstein subraya el papel crucial del evangelismo en la elecciones que llevaron a Jair Messias Bolsonaro a la presidencia de Brasil, y la incidencia que ejerció el poder de Santa Cruz de la Sierra en el golpe cívico militar boliviano que el año pasado derrocó al presidente Evo Morales. Justamente, uno de los símbolos del inicio de ese gobierno de facto fue el enorme Nuevo Testamento que alzó con su manos la fanática evangelista Jeanine Áñez, en el interior del Palacio Quemado.

Para el investigador, esta corriente influenciada por el nuevo pentecostalismo propone la teología de la prosperidad, creer que a partir del esfuerzo individual del fiel viene la bendición de Dios para el éxito económico y, al mismo tiempo, esta visión supone a la voluntad personal como generadora del diezmo que financia a las iglesias.

Además, Goldstein describe como esas iglesias construyen su poder en el despliegue mediático y territorial, llegando donde el Estado no llega o llega de forma ineficiente. Se organizan en grupos para abordar el consumo problemático de sustancias, por ejemplo, y también compran espacios en medios de comunicación masivos, o directamente, como en el caso de Brasil y Estados Unidos, instalan importantes canales de propaganda.

El especialista observa que Argentina está en la situación intermedia respecto a Brasil y Uruguay, ejemplos tan diferentes como extremos del avance del credo protestantista sobre el Estado y la representación democrática.

En el país que eligió a Bolsonaro como presidente, y a una amplísima bancada evangelista para legislar, el pujante movimiento cristiano no católico posee muchos medios como el exitoso canal TV Record que es el segundo en audiencia en esa república federativa.

Uruguay, por el contrario, sostiene un Estado laico en un país en el que la baja del catolicismo no deriva en un crecimiento en la cantidad de personas que adoptan el evangelismo.

En nuestro país la adhesión evangélica pasó del 9 al 15% de fieles en los últimos diez años, con un punto histórico de visibilización en 2018 en el contexto del debate por la legalización del aborto. Diversas expresiones evangélicas formaron parte muy activa entre las y los militantes de los pañuelos celestes.

La Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina de 2019 revela que el catolicismo en permanente declive aún conserva una “mayoría atenuada” del 62,9%, que 2 de cada 10 habitantes del país se definen sin religión, y que las y los evangélicos representan el 15,3%, siendo quienes, según el mismo estudio, “más se oponen al aborto” y defienden “el modelo patriarcal de familia”.

Aún con este importante crecimiento, Goldstein no observa la posibilidad de un desarrollo tan vigoroso del pentecostalismo político como ha ocurrido en Brasil, donde hay una bancada exclusivamente protestante e incluso ocupan un tercio del gobierno de Messias.

El éxito del marketing divino

Si bien el éxito evangelista es un hecho, la Iglesia de Roma ya acusó recibo de la disputa, y en los últimos años también intentó aggiornar sus modos de relacionarse con la feligresía latinoamericana, acentuando las visitas del renovador Papa Francisco a los países estratégicos como México, Brasil, Chile, Paraguay o Bolivia.

Según el autor de Poder Evangélico, la renovación carismática ha tomado elementos de la autoayuda explicitada en las emisiones televisivas de pastores que buscan asemejarse a estrellas de TV y toman postura en los principales asuntos de debate social.

Los logros de la estrategia comunicacional evangelista, que se evidencia con grandísimos auditorios repletos de personas contentas, esperanzadas y dispuestas a “colaborar” con las nuevas iglesias, tiene un correlato electoral que obliga a no denostar ni subestimar el fenómeno con simples explicaciones lineales sino que, por el contrario, exige reflexiones complejas y profundas como las que propone Ariel Goldstein en sus lúcidas investigaciones.