Marea Editorial

Entrevista a Vanina Escales en FM Riachuelo

Entrevista a la autora de ¡Arroja la bomba! en el programa Paseos Imaginarios por Fm Riachuelo 100.9. La figura de Salvadora Medina Onrubia, el feminismo en los inicios del siglo XX y el anarquismo en esta conversación de una hora.

Dejamos las frases más destacadas de la autora en referencia a su libro. La entrevista completa puede ser escuchada en este link

“La búsqueda de Salvadora Medina Onrubia comenzó de manera un poco oblicua porque en principio me interesaba la vida de América Scarfó. Quería conocerla a ella, buscarla y charlar con ella. En esa búsqueda apareció Salvadora como alguien muy importante para la vida de América. Conocí su vida y me pareció fascinante”.

“Cuando Salvadora y Natalio Botana se conocieron ninguno de los dos eran grandes figuras. Los dos tenían como oficio el periodismo y ambos eran autodidactas. Natalio, al poco tiempo, fundó Crítica que empezó con grandes problemas económicos. Salvadora trabajaba en La Protesta. Eran laburantes de prensa pero Crítica se convirtió en lo que todos conocemos y, de alguna manera, Natalio opacó la trascendencia histórica de Salvadora”.

Salvadora puso sus privilegios al servicio de la causa que creía, que era el anarquismo; una causa de emancipación. Con su dinero y sus contactos adelantó la cuestión de la distribución de la riqueza a su modo y como sabía. También se puede decir que fue un poco antojadiza: como toda persona curiosa por la aventura, lo arbitrario fue parte de su vida. Fue muy generosa con sus amigas y con sus hijos; también tiene afinidad con sus compañeros de ideas”.

“Salvadora conoció a Simon Radowitzky personalmente una vez que ya lo liberaron pero, al igual que mucha gente, le enviaba cartas y le tejía medias. A diferencia de otras personas, lo ayudó en la fuga del penal junto con otros compañeros muy valientes. Esta práctica de acompañamiento y cuidado de presos y presas políticas se inauguró por el anarquismo en esta época en los comités pro preso, que es un activismo tras la rejas por los que se conocían como presos sociales”.

“Cuando Salvadora publicó su primera obra de teatro, Almafuerte, estaba prohibido el anarquismo, las reuniones y el uso de estandarte. Te podían deportar y hasta darte pena de muerte, que se había puesto en vigencia a partir de la ley de defensa social. El anarquismo era un problema para esas instituciones liberales en una sociedad con sólo dos clases sociales: la alta y los obreros que empezaban a organizarse”.

Ella empieza a deshacer la imagen de lo femenino recluido en el hogar, sentimental, obediente y débil a través de sus poemas y las obras de teatro. Hace un corrimiento literario y cultural de esos roles. Empieza a poner una sospecha de si ese es el lugar que deseamos”.