Marea Editorial

Lily Sosa: una pionera en la investigación histórica sobre mujeres argentinas

El 24 de octubre de 1920 nacía en el barrio de Morón, Lily Sosa, historiadora, biógrafa, traductora y ensayista argentina. La casa familiar contaba con una importante biblioteca que era consultada permanente por Lily. Sus inquietudes le llevaron a querer estudiar filosofía, a lo que su padre se opuso tajantemente al considerar que la universidad no era lugar para las mujeres, pero sí ser maestra, como habían hecho todas las integrantes de la familia, una profesión que nunca llegó a ejercer.

En 1938, cuando todavía era estudiante de magisterio en el Liceo N.º 1 de señoritas, conoció a Jorge Newton, veinte años mayor que ella y con quién se casó siendo aún muy joven. Newton era periodista y escritor, además de un reconocido historiador argentino. Por obra de la casualidad Lily comenzó a leer a escritoras mujeres. Virginia Woolf fue su guía que la llevaría tiempo más tarde a sondear biografías de personajes históricos, convirtiéndose en una pionera en la investigación histórica sobre mujeres argentinas relevantes en diferentes campos. En 1967 escribió su primer ensayo, Las argentinas de ayer y de hoy, editado por la Librería y Editorial L. V. Zanetti. Para su asombro atesoró una crítica muy favorable con significativos comentarios de diarios y revistas de la época.

De inmediato, se hizo socia de la Sociedad Argentina de Escritores, SADE, y en ese mismo año ganó la Faja de Honor en la categoría Ensayo de esta institución, una de las mayores distinciones literarias del país. Luego, le siguieron Las mujeres argentinas (1992), Narradoras argentinas de 1852-1932 (1995), Las Protagonistas (1997). Por último, su gran trabajo consagrado que supera la quinta edición fue el Diccionario biográfico de Mujeres Argentinas. Lily entusiasmada con el éxito decidió comenzar a escribir a partir del fichero de nombres, las biografías de todos los personajes femeninos más sobresalientes en la historia nacional. Además del mundo de la literatura, el arte, la educación, la política, en definitiva, las que se hubieran destacado por su compromiso intelectual, tanto en el pasado como en el presente. El Diccionario fue publicado, en 1972, por la gráfica Bartolomé U.Chiesino. Esta versión se editó en Madrid, Sevilla y Barcelona. Ocho años después, lo tomó la editorial Plus Ultra. Allí, su marido había comenzado su carrera como investigador y en seguida la incorporó a ella. Precisamente, Lily no solo editó toda su producción ensayística sino también se desempeñó en el cargo de directora de prensa y relaciones públicas de dicha editorial.

Hay un detalle que no se debería omitir: la autora llevó a cabo este trabajo tan arduo de manera artesanal y con enormes dificultades para la obtención de datos cuando en aquellos tiempos no existían las redes virtuales, solo contaba con el teléfono negro de línea y el fax. Estas proezas dan una idea aproximada del empuje desvelado de tantos años de investigación de archivo que invirtió para escribir una obra tan original y con una proyección a largo plazo.

Más allá de su frondoso recorrido profesional que sería largo de narrar, merecería recordarse que, en 1994, la Fundación Alicia Moreau de Justo la distinguió por rescatar para la historia la memoria de las mujeres. Al año siguiente, recibió la Mención de Honor Premio “Ricardo Rojas” de la Municipalidad de Buenos Aires por su libro Narradoras argentinas. Desde 1998 integró la Academia Argentina de la Historia. En 2001 la Unión de Mujeres de la Argentina (UMA) le otorgó la mención “Margarita de Ponce”.

Sosa mantuvo una estrecha amistad con Lea Flecher, directora de la revista argentina feminista Feminaria. También se relacionó con el Centro Cultural Tierra Violeta. Con el tiempo, se incorporó a su acervo la biblioteca personal de Lily Sosa de Newton. Falleció a los 97 años en Buenos Aires el 14 de mayo de 2017.

Para la mujer la libertad comienza por el vientre.

El 11 de junio de 1999, en Buenos Aires, al cumplirse cincuenta años de la primera edición de El segundo sexo, se organizó un homenaje para recuperar lecturas y recuerdos sobre Simone de Beauvoir. Se hizo en la Biblioteca Popular José Ingenieros.

Una foto de Simone de dimensiones 3D posaba sobre las espaldas de l*s cinco panelist*s: Emilio J. Corbière (1943-2004), abogado, historiador y periodista socialista; Dora Coledesky (1928-2009) adalid de la Comisión por el Derecho al Aborto; María Elena Oddone (1927), mentora del Movimiento de Liberación Feminista (MLF), Mirta Henault (1927-2020), editora del libro feminista Las mujeres dicen basta. Le siguió Lily Sosa con su texto Impresiones sobre El segundo sexo de Simone de Beauvoir: “Compré y leí El segundo sexo en 1965, cuando salió la edición de Siglo Veinte. Conocía la obra de Simone de Beauvoir como novelista y todo lo referente a su relación con Sartre y el existencialismo. Sabía que era una mujer de una inteligencia superior, aunque ideológicamente no compartiera algunos aspectos de su posición.

Desde hacía tiempo era frecuentadora asidua y apasionada de cuanto se refería a las mujeres tanto históricas como modernas y buscaba las obras escritas por ellas. Manejaba bastante bibliografía porque entonces, en 1965, estaba preparando mi libro Las argentinas de ayer a hoy. Confieso que El segundo sexo me deslumbró pues nada de lo que había leído anteriormente me mostraba de manera tan precisa y contundente una realidad que todas intuíamos, sin tomar exacta conciencia de su peso. En 1941, había entrado en contacto con la obra de Virginia Woolf, Un cuarto propio y Tres guineas, notables ensayos sobre la situación real de las mujeres en su país. Fue entonces cuando empecé a pensar en algo que, en el mismo marco de análisis, sintetizase la trayectoria de las argentinas y sus esfuerzos para escapar del esquema patriarcal que regía sus vidas.

Fue Simone de Beauvoir quien me brindó un enfoque histórico y filosófico válido para todos los países y épocas y su argumentación me mostró la posibilidad de comprender muchos puntos oscuros, fruto de alegatos retóricos que a nada conducían dada la confusión existente. Había que llegar a la raíz profunda, y eso fue lo que hizo El segundo sexo. Se trataba de salir del entramado o por lo menos intentarlo, por eso, las mujeres lucharon a brazo partido durante siglos. Simone de Beauvoir no dejaba en su obra aspecto sin analizar, partiendo de la base de que mientras las mujeres fueran solo consideradas en función de objeto, de “el otro”, no lograría ocupar el lugar que le correspondía, y que le era usurpado por el “primer sexo”. Su libro, original y sumamente completo, era, desde luego, para un público lector especifico y, por ende, reducido.

No recuerdo, en esos años, haberme enterado de la repercusión que pudo tener. Esto empezó bastante tiempo después, como sabemos, y alcanzó proporciones considerables, afortunadamente, divulgando el concepto de género y otros enfoques que ya dejaron de lado el encuadre existencialista de Beauvoir. Las entidades existentes, en aquel tiempo, numerosas, tenían otros intereses. Incluso, supongo que no conocían la obra de la francesa. Cuando salió mi libro, en 1966, llamó la atención, tan grande era el desconocimiento del mundo femenino del país. Para muchos fue un descubrimiento de nuestras mujeres. Creo que los estudios posteriores fueron muy influenciados por aquel libro, surgiendo a partir de ahí en otros países, otras teorías y especulaciones al respecto.

Los antropólogos, psicoanalistas y sociólogos elaboraron nuevos andamiajes y surgirán otros en el futuro. Ojalá que no queden en la pura teoría. Lo importantes es afirmar con estricta justicia que El segundo sexo –un título genial– debe ser siempre reconocido como un hito esclarecedor en los estudios de las mujeres y en la aplicación práctica de algo que ya no se puede negar”.