Marea Editorial

No somos ángeles es un libro que cuenta cómo se desenvuelven los periodistas que cubren esas notas.

BUENOS AIRES– Tres periodistas que cubren noticias policiales para distintos medios se juntaron para reunir en un libro aquellos datos o anécdotas que no entraron en la nota del día. En esas páginas surge además la problemática de un género convertido hoy en protagonista de la información cotidiana. 
No somos ángeles, de Liliana Caruso, Florencia Etcheves y Mauro (Z) Szeta, recién publicado por Marea, deja al descubierto en sus “historias secretas al filo de la ley” las fisuras del sistema que se cuelan en la cocina de un crimen cualquiera y un identikit de los que entran en escena, ya sean jueces, policías, delincuentes o los propios periodistas.

“La gente en este tema siempre busca algo más. La crónica policial siempre provoca una reacción en la sociedad”, contó a Télam Liliana Caruso, redactora de la sección policiales del diario Clarín.

A su vez, Mauro Z acotó que a veces queda una cantidad de cosas afuera de una cobertura, “porque no hay tiempo para editarlas, no dan con el perfil del medio o simplemente porque la crónica cotidiana elimina algunos elementos”.

Son precisamente esos datos, anotados en papelitos o libretas, los que recolectaron los autores de este libro, “que no resuelve ningún caso, pero apunta desde lo anecdótico a mostrar una historia paralela que habla de deficiencias, miserias o frivolidades (La Garza Sosa se sacó una foto cuando se fue del penal fumando un puro), comentó Mauro Z.

El periodista, columnista de los noticieros de Canal 13 y de la señal de cable Todo Noticias, insistió en que por lo general “la posta no la tiene nadie”.

Aunque no se trata de una investigación sobre casos policiales, los hechos mencionados en el libro “están sacados de expedientes o de evidencias concretas”, apuntó Caruso.

¿Cómo es la relación con las fuentes? ¿Cómo mantener una actitud equidistante? ¿Cómo no comprar ninguna versión subjetiva? Son preguntas que no están incluidas en el libro, pero que se deducen de las historias contadas, que ilustran el quehacer del periodista dedicado a la crónica policial.

“La relación nuestra es de constante prueba a lo largo del tiempo, para llegar a saber quién te miente, quién te vende carne podrida y quién te usa para operar, para que vos terminés diciendo lo que quieran que digas”, opinó Mauro Z.

Salpicado de anécdotas bizarras, el libro muestra el detrás de escena. “En el caso de Nora Dalmasso la gente suele preguntar si, además de tener supuestos amantes, guardaba algún secreto en la caja fuerte o si en su testamento había pedido algo puntual, como lo hizo, de que la entierren con ropa interior animal print. La gente quiere espiar por el ojo de la cerradura, no le interesa qué dice la foja 45”, precisó Caruso.

Con respecto a la actitud que debe tener un periodista de policiales, Mauro Z fue terminante: “El consejo que me autoimpongo todos los días es conservar una mirada fría y despiadada que te permita dudar de todo”.

Y describió: “Estamos parados en la escena de un crimen y la vecina dice que a este tipo lo mató la mucama, el fiscal está diciendo que es un crimen pasional y la Policía sostiene que fue un ataque umbanda. Vamos a ver qué se saca de este cóctel de información. No hay que tomar partido”.

Caruso mencionó la importancia de los vecinos para obtener información: “La censura institucional se acaba cuando el vecino habla o levanta el teléfono y cuenta que mataron a alguien. Los hechos tarde o temprano trascienden”.

En cuanto al seguimiento de la información, los periodistas remarcaron su compromiso con los casos pendientes.