Marea Editorial

Policía bueno, policía malo

Se publica en Argentina el libro que dio origen a la polémica y exitosa película "Tropa de elite". Cuenta por dentro la guerra entre narcos y policías. "Mi compromiso era inmiscuirme en el mundo de los policías", dice uno de sus autores.

Por: Gentileza Editorial Marea/Márcio Vassallo 

"El filme y el libro fueron realizados como un diálogo a partir de algunas fuentes comunes, y de otras diferentes, con algunos personajes comunes, aun cuando tratados de manera distinta. Pero el vínculo más profundo entre ambos se produce en la voz del personaje-narrador, en su tono subjetivo", dice Luiz Eduardo Soares, coautor de "Tropa de Elite. Una guerra tiene muchas versiones", el libro que Editorial Marea acaba de publicar en Argentina y que en Brasil dio origen a la polémica y exitosa película homónima, dirigida por Jose Padilha.

Soares no estuvo solo en la escritura del libro. También lo firman André Batista (abogado, miembro de la Policía Militar de Rio de Janeiro y ex del BOPE –la fuerza de choque policial que es examinada en la historia-) y Rodrigo Pimentel (coguionista del film, ex capitán del BOPE y consultor de seguridad). Parece extraño que estos personajes, cuyos currículums enlazan carreras académicas y experiencia policial, pudieran escribir un diario de guerra atrapante. Pero lo lograron: el libro desnuda la brutalidad policial y la violencia cotidiana de las favelas cariocas.

"Mi compromiso, según el plan original de trabajo de 2002, era inmiscuirme en el mundo 'invisible' de los policías en su cotidianeidad, sacando a la luz su perspectiva, mostrándolos incluso como víctimas y verdugos de sus hermanos de clase y color en nuestra 'guerra' fratricida", sigue Soares. "Sin saber nada de nada de esto, sin ponernos de acuerdo en ningún momento, Padilha recorrió el mismo camino. En 2005 yo había acabado de escribir el último capítulo de Cabeça de porco y me preparaba para iniciar la redacción del libro sobre la Policía, cuando supe que Padilha estaba escribiendo un guión sobre la misma".

En su opinión, ¿qué es lo que origina la violencia más grave y cruel? 
Sólo puedo decirle que, en verdad, nadie tiene una respuesta a lo que plantea, incluso porque lo poco que sabemos apunta en el sentido de que no se debería pensar en términos causales. La violencia es un fenómeno complejo porque es multidimensional, está atravesado por factores, variables, líneas de fuerza, dinámicas, lógicas, lenguajes, impulsos y emociones, ideas, valores y sensibilidades, patrones culturales, estructuras de relación y símbolos de los más diversos. En consecuencia, cualquier esbozo de respuesta debería partir desde ahí y afirmar que, si hubiese alguna, tendría que ser plural y que, eventualmente, hasta podría ser contradictoria.

Añado un pensamiento suyo, Luiz Eduardo: "El hecho es que las voces oscuras de nuestros personajes tan singulares llegan a audiencias muy amplias. Esto resulta muy interesante. Me mantengo expectante para saber cuál será la recepción en cada país". ¿Qué es lo que, en mayor grado, le dicen esas voces oscuras de los personajes de esta historia? 
El personaje más interesante y provocador, el narrador de la primera parte del libro, me dice que sufre tanto que no consigue citar por su nombre al dolor que en verdad siente (por citar a Pessoa a contrario sensu). Sufre por ser llevado ? por la institución y la política de seguridad del gobierno, por el entrenamiento que ha recibido, por las obligaciones morales-valorativas derivadas de la cultura corporativa que comparte con sus colegas ? a convertirse en su enemigo, en aquello que combate en los otros. Se vuelve un instrumento de la violencia que se esfuerza por contener. El maleante es su espejo. Siente repugnancia por sí mismo o por aquello que reconoce en sí mismo del Otro. Y tiene miedo de lo que ve. Siente miedo de sí mismo.

¿Qué motivos lo llevaron a escribir este libro? 
A lo largo de mi vida personal y profesional, como investigador, profesor, escritor o gestor público, me apliqué con ahínco a mostrar que el "criminal" merece ser puesto entre comillas; no para relativizar el mal que perpetra sino para desplazar la fuente de ese mal perpetrado una vez que, tal como lo creo, ese mal no tiene origen en el espìritu de quien actúa, lo cual, a su vez, tampoco se constituye en una identidad sin poros posibles, sólida, inconsútil, capaz de expresar una esencia natural e inmutable, siempre igual a sí misma. Era necesario mostrar lo mismo desde el otro lado; desde ese otro lado de la dinámica de lo que denominamos violencia policial. Mostrar que, en su gran mayoría, los policías provienen de los mismos sitios, de las mismas clases y con frecuencia tienen el mismo color los que son víctimas de su brutalidad. Mostrar que, por lo general, los policías no son violentos porque son perversos, enfermos mentales o esencialmente malos, sino porque están dentro de un sistema que es así.