Marea Editorial

Recuerdo vivo de Esteban Peicovich: un sabio que probó hasta qué punto el periodismo puede ser una de las Bellas Artes

De familia obrera–obrera (padre Andrés, madre María, gente de obligado sudor), él mismo pasó años –doce– pesando carne en un frigorífico de Berisso: un poeta con las manos, manazas, hundidas en animales muertos, como una forma de purificación por el trabajo, castigo bíblico…

Por Alfredo Serra. Decidido a escribir su magnífico libro Borges, El palabrista, me pidió auxilio:
–En España no hay mucho material. ¿Podrás mandarme algo?
–Sí, capitán.
Me zambullí en el archivo y en mi memoria –ya había entrevistado al viejo inmortal unas cuantas veces–, copié, fotocopié, recorté, y fue hacia Madrid poco menos que un cajón rebosante de Borgesía.
Télex de respuesta:
–Gracias por tu hermandad en este oficio sin hermanos.
Si alguien de esta cofradía es capaz de definirla mejor, que hable ahora… o calle para siempre.