Marea Editorial

Vuelve Dumas a las librerías

"Montevideo o la Nueva Troya" transcurre durante de la Guerra Grande, que enfrentó a los blancos uruguayos contra los colorados, aliados con los unitarios argentinos, los brasileños y los europeos

"Montevideo o la Nueva Troya" es una obra escrita por el famoso autor francés Alexandre Dumas en 1850. En esta obra, Dumas presenta un apasionado alegato a favor de los montevideanos, quienes fueron sitiados entre 1843 y 1851 por las fuerzas de Buenos Aires, lideradas por Juan Manuel de Rosas. El libro narra la guerra que enfrentó a argentinos y uruguayos durante ocho años. A pesar de nunca haber visitado América del Sur, el escritor se sintió profundamente conmovido por la resistencia de Montevideo. Durante el auge de su popularidad, puso su pluma al servicio de los orientales, quienes contaron con el apoyo de los unitarios exiliados del rosismo en su lucha contra las tropas de la Confederación Argentina.

El libro fue célebre y polémico en su época, pero con el tiempo cayó en el olvido. Dumas transforma a figuras históricas como Rosas, Quiroga, Artigas, Rivadavia y Garibaldi en personajes novelescos, otorgándoles características heroicas, malévolas o cobardes según lo requiera el dramatismo épico.

El autor de “El conde de Montecristo” se ha mantenido en gran medida en las sombras, sín ser reeditado en Francia desde su publicación en 1850. Sin embargo, fue reeditado en estos días por Marea con un prólogo de Daniel Balmaceda.

La obra adquiere una importancia innegable al marcar un momento crucial en la vida de Dumas, ya que lo conecta con el que más tarde se convertiría en el héroe de la liberación de Italia, Giuseppe Garibaldi. “Montevideo o la Nueva Troya” se sitúa en el contexto de la “Guerra Grande”, un conflicto que se desarrolló en el Río de la Plata desde el 10 de marzo de 1839 hasta el 8 de octubre de 1851. Inicialmente, este conflicto comenzó como una guerra civil en Uruguay pero se transformó en un conflicto regional con la participación de Argentina (que también estaba inmersa en una guerra civil) y Brasil.

Esta guerra enfrentó a los blancos uruguayos liderados por Manuel Oribe (respaldados por los federales argentinos liderados por Juan Manuel de Rosas) contra los colorados, inicialmente liderados por Fructuoso Rivera y aliados con los unitarios argentinos, los brasileños y los europeos. En el prólogo del libro, el historiador argentino Daniel Balmaceda muestra que Dumas retrata a los porteños como brutos y a los uruguayos como civilizados en su obra. Balmaceda aclara que “la principal enseñanza que nos deja la obra de Dumas es justamente que para entender, recrear y amar la historia es necesario entender, recrear y amar cada una de sus versiones. Cada una de sus campanadas”.

En su original y entretenido folleto, el escritor francés presenta de manera ilustrativa las notables diferencias entre los habitantes de Buenos Aires y los orientales, explorando una variedad de dimensiones culturales y personales que abarcan desde su relación con la tierra hasta sus ideales de perfección y características individuales.

Según Dumas, los porteños mantienen una arraigada conexión con la tierra, intrínsecamente ligada a su historia y cultura, mientras que los orientales no han tenido tanto tiempo para forjar una relación profunda debido a su reciente asentamiento en la región. Además, el autor de “Los tres mosqueteros” subraya que Buenos Aires se caracteriza por vastas llanuras, casas dispersas, escasez de agua y madera, lo que influye en un carácter sombrío y pendenciero entre su población. En contraste, Montevideo disfruta de un entorno más idílico, con arroyos, árboles y viviendas cercanas, lo que contribuye a una actitud más abierta y hospitalaria.

Esta perspectiva dualista sostiene que los porteños idealizan al indío a caballo, mientras que los orientales aspiran a un modelo europeo enfundado en su traje como su símbolo de perfección. Mientras que los porteños son más imaginativos y emocionales, con cambios rápidos entre exaltaciones y apaciguamientos, los orientales son más serenos y decididos en sus acciones y proyectos. Los habitantes de Buenos Aires compiten por ser los más elegantes, mientras que los montevideanos se enorgullecen de su valentía. En cuanto a la belleza, las mujeres porteñas se consideran las más hermosas de América del Sur, mientras que las mujeres orientales se destacan por su diversidad étnica y sus encantadoras formas.

Según Balmaceda, en su descripción, Dumas dirige su crítica hacia la figura de Juan Manuel de Rosas, quien fue el gobernador de Buenos Aires. La narración detalla el ascenso al poder de Rosas y su transformación a lo largo de su vida. Se relata el momento en que el caudillo, a los quince años, abandona su hogar; la narrativa se adentra en su llegada al poder en 1830, respaldado por los gauchos a pesar de la oposición de la ciudad. A pesar de sus intentos iniciales por adaptarse a un estilo de vida más civilizado, Rosas se encuentra atrapado entre dos mundos, enfrentando el desprecio de la civilización y las dudas sobre su conversión.

“Montevideo o la Nueva Troya” no solo ofrece un panfleto político apasionado que aborda un momento crítico en la historia de Argentina y Uruguay, sino que también busca comprender la división entre los bárbaros porteños y los civilizados orientales, como si el Río de La Plata actuara como un divisor. Dumas aboga en este cautivante libro a favor de la civilización oriental y en contra de la barbarie porteña.

Finalmente, Dumas expone que Rosas consolida su poder de manera autoritaria, destacando su comportamiento extravagante. Entre estas anécdotas, Dumas narra: "Cierta noche en que debía cenar a solas con un amigo, escondió el vino destinado a la comida y dejó solamente en el aparador una botella de aquella famosa medicina llamada Leroy, a cuya celebridad no le falta más que la de haner sido inventada en el tiempo de Molière. El amigo vio la botella, gustó su contenido al que encontró un sabor agradable, y se bebió integra la botella mientras cenaba. Aquella noche, el amigo creyó morir. Rosas río mucho. Si el amigo hubiese muerto, Rosas se habría reído más todavía".