Marea Editorial

35 años después, Humor todavía ríe para pensar

Septiembre 2013. Los que tienen entre 40 y 60 años recuerdan a la revista Humor, editada en el último tramo de la dictadura cívico militar, cuando nadie podía aseverar que se estaba en el colofón del régimen. Su desenfado aportó aire fresco a un periodismo opaco, repleto de tabúes, miedos y complicidades. Un nuevo libro ofrece por primera vez una historia integral de las creaciones de Andrés Cascioli y su equipo de talentosos.DsD

Septiembre 2013. Editorial Marea comenzó a distribuir esta semana el libro “Humor, nacimiento, auge y caída de la revista que superó apenas la mediocridad general” del periodista Diego Igal sobre la publicación emblemática y para algunos legendaria de Ediciones de la Urraca.

Se trata de la primera historia completa e inédita del quincenario que llegó a los kioscos entre 1978 y 1999 y viene a cubrir cierto déficit bibliográfico sobre la prensa gráfica argentina en general y de esa revista en particular.

El mayor mérito quizás que tiene el trabajo es que explora más allá de los últimos cinco años de la dictadura en los que humoristas y periodistas dirigidos por Andrés Cascioli convivieron con el régimen de facto. Describe las dificultades que enfrentaron la empresa bajo el gobierno radical y, en especial, el menemista, donde fue objeto de persecución judicial.

De la revista Humor hasta ahora sólo existían libros o tesis universitarias que analizaban ese lustro 78-83: una recopilación de artículos, chistes y tapas realizada por el propio Cascioli para Musimundo, en 2005 y un libro de 2011 del periodista Alejandro Lafourcade.

El de Cascioli para Musimundo fue el primer trabajo que el dibujante fallecido en 2009 hizo con la cadena de disquerías cuando también editaba libros. En tapa dura, papel ilustración y 488 páginas, ese libro resulta hoy casi un incunable. Se trató de una selección de lo publicado, más algunos datos biográficos de los hacedores, pero no se extendía en información pura y dura sobre la revista.

En la misma línea, se editó otro libro similar con Sex Humor, la otra revista de La Urraca de gran éxito en los 80 y los 90. Para ambos trabajos, Cascioli se valió de la colaboración de Juan Carlos Muñiz y Oche Califa.

Un año después, también para Musimundo, Cascioli reunió las caricaturas más impactantes de su carrera en “30 años de humor político”, y agregó a las de Humor, las de revistas de historieta,Satiricón, Chaupinela y más recientes para Rolling Stones y La Nación. 

La mayoría de esas publicaciones se vio en la muestra que pasó por el Museo del Humor porteño entre junio y julio de 2013, en ocasión del 35º aniversario de la salida de Humor.

¿Que deberían leer quienes buscan reconstruir este culto a la historieta hoy más vigente que nunca?

El libro de Alejandro Lafourcade se concentró en el período de cinco años en los que Humor fue editada bajo la censura y represión dictatorial. El periodista analizó el contenido en la búsqueda de descubrir cómo sorteó la mordaza planteada por los militares. El germen del trabajo de Lafourcade fue una tesina de grado para la carrera de Periodismo de la Universidad del Salvador.

En la academia

En ese ámbito académico hay muchas otras investigaciones de similar abordaje.

Algunas que pueden enumerarse son “La revista HUM® frente a los límites éticos de la representación humorística”, de Mara Burkart y “La revista Humor como forma de resistencia frente a la última dictadura militar (1976-1983)” de Luciana Díaz.

“Humor y el proceso de politización social, de la dictadura a la democracia”, de Horacio Filippo; “Estrategias comunicativas de la revista humor”, de Janina Olinik y Andrea Castro y “Mandá esas cartas. Humor y sus lectores en un marco de cambio social autoritario (1978-1980)”, de Eduardo Raíces se anotan como trabajos meritorios.

“La revista Humor, símbolo de la denuncia contra la dictadura militar argentina (1976-1983)”, de Facundo Roldán y “La revista Humor durante el conflicto de Malvinas”, de Mora Sarquis, se destacan entre otras. En la Web algunas están disponibles.

En las librerías

En el rubro libros, hay que consignar a el trabajo de los periodistas Jorge Bernárdez y Diego Rottman, “Ni yanquis ni marxistas... humoristas” (Fundación Editorial de Belgrano, 1997), que está más enfocado en el mensuario Satiricón, uno de los genes de Humor. Escrito en clave de novela sobre las relaciones particulares que había en Satiricón, este trabajo es difícil de hallar en las librerías, pero puede leerse completo en la Web, montada por los autores.

En 1999, Eudeba publicó el trabajo de la socióloga Andrea Matallana con “Humor y política. Un estudio comparativo de tres publicaciones de humor político”, sobre la revista de La Urraca, El Mosquito y Don Quijote, pero también está atravesada por una mirada académica y hay poco de la miga periodística.

La investigación de Igal -de unas 280 páginas- incluye el testimonio de unos 90 protagonistas. Comienza en el nacimiento de Cascioli, da cuenta de aspectos biográficos y profesionales hasta ahora desconocidos del Tano y su socio Tomás Sanz. Traza un repaso fugaz de lo que fueron las publicaciones antecesoras a Humor como Satiricón, Chaupinela y Perdón.

Sobre la revista surgida en junio de 1978, el libro también revela anécdotas del proceso creativo y desarrolla una historia del ascenso, auge y cierre no sólo de Humor sino también de Ediciones de la Urraca, afectada por los problemas económicos que sufrió el país y de gestión interna de la empresa que la llevaron a la quiebra a días de que Carlos Menem dejara el poder. Además tiene un “insert” con algunas de las tapas más emblemáticas de Humor.

Una de las herramientas de difusión del libro es la cuenta de Twitter @CabezalesdHumor donde se publican las célebres frases que coronaban cada página de la revista y también algunos insufribles, otra sección tradicional de la revista.

La bibliografía sobre historietas

Como bien sostuvo Martín Sivak en ocasión de la salida de su libro sobre el diario Clarín(Planeta, 2013), la Argentina no tiene una abundante bibliografía sobre la historia de la prensa en general y la gráfica en particular.

En ese último campo el más conocido es sin duda “Paren Las Rotativas”, de Carlos Ulanovsky (Planeta 1997), al que antecedieron “Claves del periodismo argentino actual”, de Jorge Rivera y Eduardo Romano (Tarso, 1987) e “Historia del periodismo argentino”, de Juan Fernández (Perlado editores, 1943) y no muchos más.

Es mayor la cantidad de trabajos sobre historieta -un campo que siempre está vigente- o de humor gráfico que de publicaciones puntuales.

En este rubro se pueden mencionar “Historia del Humor Gráfico y escrito en la Argentina”, de Oscar Lucio Vázquez (Eudeba, 1986);“Historia del Humor Gráfico Argentino”, de Jorge Rivera (Legasa, 1987) y “Crónica del humor político en Argentina”, de Jorge Palacio (Sudamericana, 1993).

También hay que señalar “La historieta argentina. Una historia”, de Judith Gociol y Diego Rosemberg, (Ediciones de la Flor, 2000); "Nos tocó hacer reír", varios autores, (Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, 2010) y "La Historieta Salvaje", de Gociol y José María Gutiérrez(Ediciones de la Flor, 2012).

De publicaciones particulares sólo puede mencionarse "La historia de Tía Vicenta", de Edgardo Russo (Espasa 1994) o los varios libros sobre el diario La Opinión o Crítica.

Vigencia

Pero además de la crítica y su bibliografía, la producción de historieta sigue generando nuevas iniciativas: en el mercado formal (con caricaturistas que producen sus propias colecciones y obtienen amplia difusión en la prensa porteña). Tambien en el más informal, donde con unos pocos pesos se las arreglan para llegar a manos de sus lectores, con el boca a boca, desde algunos puestos de ventas donde hay que buscar con esmero.

Un ejemplo es suficiente: Hace pocos días el ya casi legendario militante peronista Carlos González acaba de editar “Argento.Historias olvidadas de Montoneros”.Para muchos fanáticos de las historietas, el número uno que aún se consigue en algunos puestos de diarios en el centro porteño, ya es un número de colección.

Los seguidores de este culto a la historieta tienen también sus lugares frecuentes. Por ejemplo, el Paseo de la Historieta en el barrio porteño de San Telmo.

La movida no se detiene. Se pareció siempre a un movimiento social. En pequeños recuadros color, a veces. O blanco y negro, en otras.