Marea Editorial

Cómo revisitar los violentos ’70 con una mirada nueva (y un poco irreverente)

Mañana es 24 de marzo. Cuarenta y cinco años después del golpe de Estado y de lo que vino a continuación, ¿estamos listos para mirar hacia atrás sin imposiciones morales ni políticas? Mariana Eva Pérez, desde Diario de una princesa montonera, y Julián Gorodischer, desde Claudia Vuelve, creen que sí.

En Claudia Vuelve, el periodista y escritor Julián Gorodischer también ve los violentos ’70 desde una mirada nueva: se mete en el interior de la revista Claudia (en cuyas páginas había moda, psicoanálisis y política) y se queda ahí entre 1974 y 1976, justo antes del golpe de Estado, mostrando idas y vueltas entre periodistas y políticos como Isabel Perón, su ministro de Economía José Ber Gelbard y el tenebroso José López Rega, regente de la Triple A. Los otros personajes son algunas de las firmas reales que hicieron aquella revista, y otras no tan reales. Es un libro seductor, enriquecido con recortes (reales) de Claudia. Bienvenidos a la novela-collage. 

“Cortaba y pegaba”, me dice Gorodischer, “mandaba a escanear semana tras semana y me fui confundiendo entre las noticias del presente y las de un pasado en el que veía numerosos puntos de contacto con el hoy. Los recortes de revistas, las publicidades, los fragmentos de discurso político, los partes de violencia empezaron a aglutinarse en mi escritorio y en mi mente”. Esta es, de hecho, la primera novela de Gorodischer, un autor que siempre apostó en sus libros (crónicas, ensayos y cómics) por un estilo propio.

¿Qué aportó una revista femenina a ese momento político y cultural lleno de turbulencias? “Claudia fue una continua renovación periodística, un espacio en el que se reformularon concepciones sobre la condición femenina y las propias experiencias de las mujeres a las que se dirige”, me dice Gorodischer. “Fue la publicación de género que hizo historia en el periodismo de masas, un extraño ámbito de libertad de formas y estilos forjado entre la violencia parapolicial y un poder presidencial absurdo”. 

“Mirar de otro modo, desacralizado, a los años ’70”, sigue Gorodischer, “significa sustraerlos de la cajita de los recuerdos formateados y rehumanizarlos, introducir el humor, volverlos vívidos y tangibles pero, sobre todo, establecer puentes con el hoy, mirándolos como el germen y posterior eclosión de una agenda de temas y problemas que se mantienen vigentes”.

La escritora Ariana Harwicz estuvo entre las primeras lectoras de Claudia Vuelve. Dijo: “Habíamos visto y leído muchas películas, novelas, ensayos sobre el período de la dictadura militar que va del ’76 al ’83. Y sobre el período del regreso de la democracia. Pero no hemos leído ni visto tanto ese momento previo; siempre antes de una guerra, un estallido, una confrontación, el comienzo de una dictadura militar o un genocidio, es importante ir a ver qué piensan el arte y la literatura para saber cómo se gestaba el monstruo; cómo se empezaban a instrumentalizar las mentes para llegar a eso; esa deconstrucción y ese desarmado es lo que logra hacer Claudia Vuelve”.