Marea Editorial

El inglés de los tiempos

Andrew Graham-Yooll hace cronología y discute con brillantes plumas de la época.

Cronista, reportero, investigador, como se llame en cada lugar el espécimen que puebla la fauna del gremio de prensa, para ejercer su profesión prontamente va generando sus propias herramientas de trabajo. El archivo es ineludible. Bajo esa denominación genérica se subsumen diversas modalidades: una agenda de efemérides, contactos, notas propias y ajenas, documentos, carpetas temáticas, gráfica, cronologías y un sinfín de recortes en apariencia inútiles, por si alguna vez pueden servir para algo. Por estos pagos, plumas ilustres han sabido recolectar colecciones monumentales: Rogelio García Lupo, Tomás Eloy Martínez, Gregorio Selser, el piloto de este Cohete…  y siguen las firmas. Junto con su obra literaria, el archivo de Rodolfo Walsh fue secuestrado por los esbirros de la ESMA en su casa de San Vicente en marzo de 1977.

Coleccionismo de apariencia adictiva para el lego, resulta para el profesional que encara su labor con rigor y seriedad una fuente preciosa. El advenimiento cibernético, con Doña Wiki y San Google en el podio, han simplificado tanto el soporte como los mecanismos de búsqueda, siempre conservando los principios y fines del archivo. Dentro de éste, los índices cronológicos resultan cruciales al momento de establecer una línea de tiempo, fundamental para ordenar el desarrollo de un artículo, instalar sus articulaciones y/o, aún, para siquiera pensarlo.

Andrew Graham-Yooll (Buenos Aires, 1944-Londres, 2019), posiblemente sea uno de los cronologistas más destacados, cuya paciente labor de rastreo quedó reflejada en varios libros, dentro de su prolífica obra historiográfica, poética y narrativa. Producción ejemplar para sucesivas generaciones de investigadores y periodistas, consiste allí donde se sabe una “crónica compilada” a la vez “extraña y personal” de una “extendida versión de lo visto, leído y vivido”. Subespecie condensada de la crónica, entonces, la cronología de este argentino, hijo de padre escocés y madre inglesa que en 1966 ingresó en el Buenos Aires Herald apasionado por las letras, hizo de la especialidad un estilo. Le fue bien con eso. Se comprometió con el periodismo político a tal punto que en 1976 debió exiliarse a la patria de sus ancestros hasta regresar en 1994 para ejercer la jefatura de redacción del matutino local en lengua inglesa, que pasó a dirigir entre 1998 y 2007.

El fervor cronológico fue una actividad meditada que le deparó reflexiones acerca de los criterios y conceptos requeridos para su ejecución que, por cierto, debatió con mentes poderosas a partir de los años ’60. Augusto Roa Bastos, Manuel Puig, Rodolfo Terragno, Héctor Tizón, “la admirable María Victoria ‘Vicky’ Walsh y su entonces compañero, Andrés Alsina Bea”, Germán Rozenmacher, Julia “Chiquita” Constenla, Guillermo Piro, Rosendo Fraga, Pacho O’Donell, entre tantos otros, fueron algunos de los interlocutores con quienes intercambió afinidades y disensos. “Con Rodolfo Walsh (1927-1977) discutimos mucho acerca de este producto, porque siempre estaría incompleto y al serlo sería tendencioso. Esas diferencias se discutieron en casa de Susana ‘Pirí’ Lugones (1925-1978), allá en el edificio del Hogar Obrero, de Rivadavia al 8000, también en las oficinas de la revista Crisis, propiedad de Federico Vogelius (1920-1986) y dirigida por Eduardo Galeano (1940- 2015), y algunas veces también con Raimundo Ongaro (1924- 2016) en la Federación gráfica en el Paseo Colón”.

Vicisitudes intelectuales que Graham-Yoll evoca en los agradecimientos de su flamante obra póstuma, Los días contados, que reúne sucintas “ayudamemorias” de los episodios que marcaron el siglo XIX, a partir de mayo de 1810 y hasta la batalla de Caseros en 1852. Sin que conste en la tapa de esta prolija edición, el autor incorpora tres apéndices. El primero resume los inicios del siglo XX, entre 1900 y 1946; el siguiente, la primera presidencia de Juan Domingo Perón, 1946-1952; y el tercero la segunda presidencia, desde 1952 hasta el golpe eclesiástico-cívico-militar que lo derrocó en septiembre de 1955.

El segundo de los anexos arranca el 4 de junio de 1946, donde Graham-Yooll consigna la asunción de la fórmula Perón-Quijano. Para el día 5 anota: “La flota aérea argentina inicia vuelos a Inglaterra y Chile”. En la entrada correspondiente al 6 de junio registra: “Se restablecen las relaciones diplomáticas entre Argentina y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”. Al séptimo día apunta: “Es observado en Buenos Aires el cometa descubierto el 30 de mayo por el astrónomo Pajdusakova Rotbart (Estados Unidos)”.

Como sin querer queriendo —más quisiera uno—, Andrew Graham-Yooll releva en escuetas líneas lo que, sabía, era el advenimiento de renovadas brisas para la Nación. En este breve pantallazo marca la nueva política, el impulso modernizador, la integración entre los pueblos y una brillante luz que recorre el universo. Necesaria para estudiantes, profesionales e investigadores, una próxima edición en soporte electrónico permitirá incorporar un motor de búsqueda que agilizará el acceso a una prosa encantadora, cómplice de toda producción.