Marea Editorial

El periodismo es lindo

Basado en la experiencia que le da su larga trayectoria, con lenguaje sencillo, plagado de anécdotas y reflexiones, el escritor y periodista es capaz de construir casi un manual para el ejercicio del periodismo, en el que también se incluyen valiosas reflexiones sobre la situación de la profesión y los desafíos éticos de quienes la ejercen. Por Washington Uranga

Carlos Ulanovsky es uno de los periodistas más respetados en el escenario profesional de la Argentina. Por su trayectoria que lo hizo recorrer gran cantidad de redacciones y de estudios radiales, por sus reflexivos aportes al ejercicio de la profesión. Pero Ula, como lo llaman no solo quienes son más cercanos, también es una de las personas más queridas en un ambiente en el que abundan los resquemores y las envidias. Será tan difícil encontrar colegas que no reconozcan sus méritos como a otros que no pongan de relieve su amable cortesía y sentido de solidaridad con los pares, sin importar diferencias, reales o supuestas controversias.

Ulanovsky tiene la capacidad de convertir en afable enseñanza toda la sabiduría acumulada a lo largo de su transcurrir por el periodismo. Esto es lo que le ha permitido sembrar su camino de amigas y amigos, particularmente en el terreno de la profesión que ama. Todo eso se refleja en el libro de reciente aparición y que tiene por título “El periodismo es lindo porque se conoce gente” (Editorial Marea, 2025), que lleva prólogo de Jorge Olguín e ilustraciones de Miguel Rep.

A lo largo de 250 páginas Ulanovsky hace un perfil del periodismo argentino a través de relatos y anécdotas, también testimonios, de sus protagonistas con quienes el autor compartió tareas y redacciones. En lenguaje ameno, ágil, sencillo y lleno de picardías como bien lo adelanta el subtítulo, Ula ofrece a la vez que una semblanza de lo que fue una experiencia periodística que en muchos casos quedó en el pasado pero que no cambia hasta hoy en su esencia. Esto a pesar de los avances tecnológicos y al hecho de que ya casi no existan redacciones donde quienes se desempeñan en el oficio se vean las caras en medio de diálogos y debates sobre una nota en torno al café o al mate.

A través de las páginas se acumulan nombres que forjaron la labor periodística en el país, se recuerdan escenas vividas, se suman anécdotas y hasta “instrucciones” para “cocinar” una nota en 50 líneas. También el sinceramiento porque “hay que reconocer que en el mundo y también aquí existen y existieron casos de periodistas que llegaron muy alto publicando historias engañosas, adornadas en exceso o inventadas, del principio al fin”.

Todo el libro es un texto cautivante e ilustrativo de la historia contemporánea del periodismo. Para mirar lo que ha sido y ya no es, para enfrentar el presente así sea diferente, pero también una presentación de las “picardías” (que a veces son recursos) del ejercicio periodístico... así sea en tiempos de Inteligencia Artificial.

O el reconocimiento de que, como materia prima para el libro, Ulanovsky recurrió a su “fuente primaria”: “una caja de cartón de color azul en la que, en los último 20 años, o tal vez más, fui colocando buena parte de la información que aquí se expone”. Para confesar, a renglón seguido, que “sería un orgullo que alguna vez este trabajo fuera considerado una fuente útil y confiable”. Porque “el de las fuentes, y en especial, las confiables, es un tema para cualquier periodista”, dice. Y hace suya una afirmación de Diego Igal publicada en X: “Me entero que algunos de los medios más grandes de Argentina apuestan a la Inteligencia Artificial. Seguro que será una ecuación económica porque la IA no investiga, no habla con fuentes, no va la calle, no chequea, no cruza información. Seré un romático, pero este periodismo low cost no será para siempre”.

Como otros trabajos anteriores el libro que aporta ahora Carlos Ulanovsky se incorpora a la bibliografía ineludible para quienes se inician en el campo, para aquellas y aquellas que lo transitan hasta hoy y para quienes, desde cualquier lugar y por mera curiosidad, quieren escudriñar en la profesión hoy sometida a vertiginosos cambios y precarización laboral. En base a que, como bien señala el autor, “de un siglo para otro, sin demasiado aviso previo, las galeras mutaron a páginas virtuales, la búsqueda de noticias se transformó en una agotadora necesidad de la primicia; las máquinas de escribir pesadas, ruidosas, entrañables, devinieron en computadoras cada vez más veloces, delgadas y silenciosas o en celulares inteligentes”.

Páginas que cumplen a cabalidad lo que Carlos Ulanovsky expone como su propósito: “iluminar con las mejores luces a los que considero los prinicipales capitales de quienes alguna vez lo aprendimos (el oficio) y supimos complementar y aumentar desde la práctica” sumando, entre otras habilidades, “olfato, intuición, presentimiento, curiosidad, visión periférica, sentido de la oportunidad”, también “vidas que se conviertan en saberes, sentimientos, ideas”. Sin perder de vista, porque “se cae de maduro, saber que cualquier escritura aceptable y respetable lleva verbo, sujeto y predicado”.