Marea Editorial

Luisa Valenzuela: "Creo en la verdad profunda de la ficción"

La escritora, periodista y ensayista publica por estos días dos trabajos: la novela "Fiscal muere" y el libro de artículos periodísticos "La mirada horizontal".

Escritora, periodista y ensayista, Luisa Valenzuela publica por estos días dos trabajos: la novela "Fiscal muere" y el libro de artículos periodísticos "La mirada horizontal", que potencian lo que la autora llama "captación de atmósferas", esa posibilidad de combinar "la sutileza del lenguaje y la antena de lo no dicho" para pensar nuevas formas de nombrar aquello que nos parece obvio o clausurado de sentido.

La publicación del trabajo periodístico de Valenzuela surgió como una idea de la docente e investigadora Marianella Collette, que seleccionó junto a la editora del sello Marea, Constanza Brunet, las crónicas, entrevistas y columnas escritas por la autora de "Cola de lagartija" desde 1996 hasta la actualidad en medios como Gente, Página/12, The New York Times o el suplemento cultural de La Nación, diario en el que fue la primera mujer en ser nombrada redactora.

"Me tenía que ganar el mango y publicaba en revistas, daba conferencias, charlas, fui profesora, trabajé mucho, no me quejo, mi hija se quejaba. Pero es parte de mi vida, es estar viva. Agradezco", repasa Valenzuela en una entrevista con Télam vía Meet y para la que se ubica en su escritorio, con una biblioteca enorme de fondo que oficia como testigo de la charla.

Hace unas semanas llegó de un viaje a España en el que dio charlas, participó de actividades sobre su obra -compuesta por novelas, cuentos, microrrelatos y ensayos que suman más de 30 títulos- y si bien se reconoce como "muy viajera", esta vez la sensación fue distinta: "Me invitaron a dar una serie de charlas, entonces me largué pero fue muy raro. Estaba todo abierto. Pero había una desazón en mí que no disfruté el viaje como hubiera disfrutado cualquier otro".

El regreso a la Argentina la tuvo ocupada en la presentación de "La mirada horizontal" pero también de la novela "Fiscal muere" (Interzona) en la que trabaja la narrativa construida en torno a la muerte del fiscal Alberto Nisman desde el género policial y a través de un personaje como el excomisario Masachesi, un amante de la literatura que construye una hipótesis a contramano del discurso cristalizado inmediatamente después a la noticia de ese episodio.

-Télam: En uno de los libros está tu ejercicio como periodista y en el otro, la novela, hay un diálogo con el relato periodístico porque el periodismo ha dicho mucho sobre esa muerte y justamente "Fiscal muere", ya desde la tapa con una televisión y una placa, plantea una nueva lectura.
-Luisa Valenzuela: La ficción es el terreno donde vas a encontrar una verdad que está más allá del autor o la autora, sino lo que querés es imponer algo por medio de la ficción. Creo en la verdad profunda de la ficción. No digo que mi deducción o lo que aparece en mi libro sea la verdad pero hay sinceridad. Cuando usás la ficción para meter tu mensaje o tu tipo de idea, tergiversás todo. Es una muerte sobre la que se escribió mucho e involucró indignación, fantasías y usos políticos. Me interesa mucho el libro de Jorge Elbaum sobre el caso, "Efecto Nisman. Los usos políticos de una muerte".

Todo buen novelista, de eso me jacto aunque suene pretencioso, capta cosas que están en el aire y que una misma no se da cuenta. Mi novela "El mañana" fue reeditada 10 años después de su primera edición y lo había estado escribiendo durante muchos años y sin embargo se ve que había cosas en el aire que en ese momento no se leyeron y que en la lectura posterior se pueden entender. A mí misma me sorprendió. Había cosas que estaban ahí dichas que yo no había visto. Por eso creo en la verdad de la ficción porque toca un punto que la misma persona que la escribe no entiende tan bien en su momento. Es el lenguaje en acción: ahí están la sutileza del lenguaje y la antena de lo no dicho, lo que no va a ser dicho y va a estar fluyendo por debajo.

-T: ¿Cómo fuiste armando el mapa de lecturas sobre el caso Nisman?
-L.V.: Lo seguí muy de cerca. La investigación de Gendarmería fue una cosa muy fuera de lugar, de incomprensión. El lawfare, la postverdad y las fakenews trabajan en la mente de la gente, convencen. Nadie trata de indagar en una verdad más profunda. Eso lo venía trabajando desde mucho antes. Lo hablé con alguna gente, siguió viaje pero la pregunta es cómo leer la realidad desde otro lugar también y cómo no aceptar por ejemplo, versiones como la investigación de Gendarmería para demostrar lo que quieren demostrar, investigar no era la cosa.

Iba leyendo estas cosas pero cuando tuve el atisbo bastante claro de la deducción de Masachesi acudí a Pablo Duggan y me tragué rápido su libro sobre Nisman para tomar cosas que me fueron muy útiles.

Doy una explicación con mi teoría: se suicidó lisa y llanamente porque tenía buenos motivos para hacerlo. Pero con esta teoría hay un movimiento de hilos sobre cómo podría haberse movido para llegar a esa decisión.

-T: "Fiscal muere" apareció mientras escribías otro libro. ¿Cómo fue ese proceso?
-L.V.: Sí, acababa de terminar de escribir otro libro y estaba trabajando en la novela del personaje de Teldi, que es la novela que se inserta en ésta. Había escrito un cuento sobre Masachesi, el personaje me había aparecido antes y fue él quien me trajo la deducción sobre la muerte del fiscal. Comparto con mucha gente la idea de que los servicios secretos internacionales de ciertas potencias que tenían mucho interés en desviar la causa lo ultiman o se mueven en redes para ultimarlo. Una mañana me llegó este entramado sobre cómo hacerlo de lejos y cómo llevarlo al fiscal a su propia muerte.

-T: ¿La idea es que Masachesi siga? ¿Comienza así una saga con este excomisario amante de la literatura como protagonista?
-L.V.: La idea es seguir con él y con Teldi. Acá vi la solución antes de empezar y en lo que voy a escribir también. Pero lo divertido es indagar en que no sabés de lo que ya sabés. Él me obligó a escribir su historia, que fue naciendo a medida que la iba escribiendo. Entendí de entrada que era un gran lector, quería seguir Letras, pero el padre, gasista matriculado, lo metió en la carrera militar y él optó por la carrera de policía porque le resultó más cercana al detectivismo. Y en este caso lo que pudo hacer es permitirle al pensamiento lateral entrar en funcionamiento.

 

"LA CLAVE DE UNA BUENA ENTREVISTA ES LA ESCUCHA"

En la tapa de "La mirada horizontal", Luisa Valenzuela está atenta mirando fijo una máquina de escribir en la redacción del diario La Nación y tiene un cesto de basura en la cabeza: "Tengo ese principio patafísico de que lo serio hay que mirarlo con cierta ironía sino quedas atrapada en una certidumbre que no es así", dice en esta entrevista con Télam.

Esa no será la única foto de Valenzuela ejerciendo su oficio de periodista que se pueda encontrar en este libro que forma parte de una nueva colección de la editorial Marea que busca rescatar material periodístico condenado al olvido por el tiempo y la lógica digital. El de Valenzuela se suma al que se publicó con material de la periodista y escritora Alicia Dujuvne Ortiz: "Cronista de dos mundos".

En "La mirada horizontal" hay entrevistas a Carlos Fuentes, Susan Sontag, Elena Poniatowska y Nicolino Locche, entre muchos otros, y también crónicas como la de los cafés de Buenos Aires en los 70, los 80 y los 90 o las viajes a México o a Indonesia. Pero Valenzuela pidió que además se sumaran algunos de los últimos textos periodísticos que escribió para Página/12 o para El Cohete a la Luna.

-Télam: ¿Cómo fue reencontrarte con estos textos?
-Luisa Valenzuela: Fue muy lindo. Había algunos que no recordaba, como esos momentos de captación de situaciones. Fue un gran trabajo el de Marianella Collete. La selección la hicieron ella y Constanza Brunet. Más allá de las que estaban solo en papel, están también las últimas columnas en El cohete a la Luna, por ejemplo. Yo quería que estuvieran, aunque no todas entraron. Cuando se presentaron los dos libros juntos -la novela y el de artículos periodísticos- lo que los unía era la captación de atmósferas. Esa especie de antena que todos tenemos y que después va a la ficción o al periodismo. También funciona la mirada del novelista. Creo que es mirada horizontal versus la mirada vertical pero nada indica que no hay un momento de mirada oblicua como dijo Cristian Alarcón cuando presentó el libro.

-T: ¿Cuál es la clave para una buena entrevista?
-L.V.: La escucha, no pretender que el otro diga lo que uno quiere que diga. Ahora hay mucha tergiversación de las palabras, la mía era una época que no usaba grabador pero anotaba muy cuidadosamente lo que iba pescando y donde estaba el nudo del asunto. Iba armando la entrevista mentalmente a medida que se iba desarrollando. Casi no usé grabador.

-T: ¿Qué quedó de vos de esa periodista que está en "La mirada horizontal"?
-L.V.: Creo que quedó bastante más de lo que yo sospechaba antes de "La mirada horizontal" porque los tenía muy separados. Mi gran maestro literario fue mi jefe en La Nación: Ambrosio Vecino, el editor del suplemento gráfico donde yo trabajé 9 años. Me hice periodista de la nada, no seguí ninguna carrera, aprendí en la calle. Él tenía una preocupación por la precisión gramática del lenguaje y me enseñó muchas cosas. Eso queda: poder por ejemplo investigar rapidísimo por el olfato periodístico, que te permite ir captando cosas y cosas. Aprecio eso. Esa curiosidad es un motor.

-T: ¿Qué autores o autoras argentinos estás leyendo?
-L.V.: Mariana Enriquez me gusta mucho, Gabriela Cabezón Cámara y Samanta Schweblin. También Leila Guerriero, que cuando iba a La Nación la veía trabajando y le decía que me gustaban mucho sus notas. No me impongo leer lo que está saliendo. Ojalá lo hiciera. Lea mucho miscelánea. No me detengo tanto en la literatura actual.


-T: La pandemia a través del relato de la vacunación o del reencuentro entre los protagonistas también está muy presente en la novela. ¿Cómo influyó la pandemia en la escritura?
-L.V.: Había estado trabajando en el otro libro que iba a publicar Interzona este año y lo corrí porque lo reemplacé por este. En ese trabajo estaba mirando desde el lugar de la ficción. Lo interesante de cómo entra la realidad aquí, es algo que señalaron en la presentación, y es a través de las historias de amor que se imbrican dentro de otras historias de amor, en un momento en el que impera el odio y estamos contaminados por ese odio que nos tira encima gente no pensante. Yo, que nunca hablaba del amor, amor como tal, prístino, acá hay tres historias de amor a falta de una: la de Masachesi con Teldi, la de la novela de Teldi. Es una caja de historias de amor para llegar a una muerte.

-T: ¿De qué se trata el otro libro?
-L.V.: Es un juego entre dos tiempos, dos pestes. En la peste del 2003, cuando salió "El mañana", tuve una meningitis horrible, con un virus que mutó y me dio una meningitis espantosa. Salí de eso y el médico me dijo que iba a estar bien pero iba a tardar en reponerme. Podía hablar pero no podía inventar, esto que hace uno de ir contándose historias, dándole una estructura a las cosas, me era imposible. Yo había perdido mi cuerpo y creo que se escribe con el cuerpo, entonces habiéndome alejado del cuerpo en más de un sentido, me había alejado del lenguaje escrito desde el pensamiento. Entonces cuando empecé a recuperar lo escrito, empecé a escribir un diario que fue creciendo y llegó un momento que había una cosa muy poética de lo que es la escritura para mí, la manera de dar sentido al sinsentido de la vida escribiendo. Tenía eso durmiendo entonces cuando llegó la nueva peste me agarró el espíritu patafísico y me entró una veta humorística muy loca hablando pestes de los terraplanistas, los antivacunas. Saldrá el año que viene. Hubiese sido ideal que saliera cuando ya no había más peste pero ya no sé.