En esta reedición de Marea Drucaroff sigue uniendo eslabones de la historia argentina: Primero lo hizo con la red de espías patriotas conocidas como las `bomberas` y ahora con la figura de Martín Miguel de Güemes y las batallas independentistas entre realistas y patriotas, las guerras de guerrillas en el norte argentino y el levantamiento político de gauchos, esclavos y oprimidos.
Clima de época, compleja y enredada, la novela está estructurada en cuatro partes, las tres primeras focalizadas en tres exquisitos personajes: María Trinidad, la apasionada y despechada amante del general; Manuel Eduardo Arias, el valioso y traidor comandante; y Panana, un mulato patriota aunque desleal.
Como un rompecabezas, cada trama se funde con la otra, acercando un tornasol de historias por las que, como lo hacen en La patria de las mujeres, circulan las espías Benita y Loreto Sánchez de Peón.
"Traté de armar la novela mirando la historia y saliendo de todos los lugares comunes, que en general suelen ser mentiras. La ficción siempre tiene esa maravilla, como no es alguien con el que tenés que convivir y como no está en tu mismo tiempo, podés mirar y comprender aunque sea gente que te repugne", cuenta a Télam Drucaroff, en un bar del porteño barrio de Boedo, sobre el libro publicado por primera vez en 2002.
Con el tiempo, esta escritora, investigadora y profesora, autora de El infierno prometido y El último caso de Rodolfo Walsh, entendió que "cuando pensás la historia y la política es importante correr del centro a los problemas éticos y abstractos, porque los grandes personajes que han cambiado la historia han quedado más allá de sus intenciones, no por lo que creían sino por lo que hicieron, no por lo que decían sino por lo que dejaron".
Ni oficial ni revisionista, ni tirano ni santo. Drucaroff compone la figura del caudillo político al gobernador despojada de juicios de valor y concentra su narración en un costado más subjetivo: "intenté construir a Güemes no como un prócer, sino como un varón con todos sus aspectos en juego. Desde mi perspectiva femenina, traté de iluminar lo afectivo, la inseguridad que se esconde detrás de las miradas más sexistas".
Como Güemes, los varones y mujeres que transitan la novela -algunos históricos, otros ficcionales- son repuestos en sus contextos sociopolíticos como una forma de poner en jaque un mundo de tonalidades, del que nadie queda ajeno a la conspiración y la traición en tiempos violentos y revueltos. "Busco que mis personajes estén llenos de ambigüedades pero que sean lúcidos y no se engañen a sí mismos", sostiene la escritora.
Otra clave de la novela es las diversas formas afectivas, como la relación entre una esclava liberada, Benita, y su señora, Doña Loreto, amigas tras la causa independentista; o la de María Trinidad y Güemes, amantes apasionados sin interferencias políticas: "Las situaciones revolucionarias -explica-, permiten la aparición de otras formas de relaciones humanas".
Situada a principios del siglo XIX, la novela se escenifica también contra la clase dominante aristocrática, para dar cuenta de un contexto sociocultural macro. "¿Por qué Güemes es el único en el Norte que arma milicias dispuestas a dar la vida? Porque les reconoce derechos concretos, arma una lógica de beneficio real de las clases oprimidas y por eso es amado y seguido y por eso también las milicias se vuelven invencibles", explica.
El equilibrio del poder construido por Güemes, "muy lábil entre los oprimidos y la clase comerciante", es agudizado por el ojo político de Drucaroff, quien junto a esa complejidad de intereses desprende un abanico de miradas que comienza cuando "el movimiento de mayo triunfa en Buenos Aires y manda tropas al Alto Perú, donde están las minas de Potosí, financiamiento clave del virreinato".
Los comandantes de la Revolución de Mayo, término que Drucaroff prefiere poner en duda, "quieren ocupar el lugar de España en ese virreinato y por eso mandan expediciones a Perú, pero las derrotan a todas. Con la distancia, una entiende que las primeras milicias se formaron reclutando gente forzosamente, lo cual explica las enormes pérdidas. Más que batallas eran deserciones de indios, negros y gauchos, pero San Martín y Güemes cambiaron esto".
Al igual que todos los personajes de la historia, a Güemes se lo puede leer como un bandido o héroe de la Patria -el 'Tata' o 'el tirano' dependiendo desde dónde se lo mire- y ninguna de esas lecturas es ingenua, apunta la escritora, porque "los mismos que masacraron al gaucho cuando ya no quedaban más gauchos fueron los que levantaron su figura, se la apropiaron y le cambiaron el sentido".
Con el pasado a cuestas, corrida de la impronta historiográfica y a diferencia de los manuales de historia, "Conspiración contra Güemes. Una novela de bandidos, patriotas, traidores", teje así, con olfato de buena ficción, la complejidad de una época y la subjetividad de un personaje tan querido como odiado.