Marea Editorial

"Leyenda de un superhéroe" de Zambayonny

Termina la historia de los antihéroes en una Buenos Aires teñida con imágenes de pesadilla. El cantautor comenzó a escribir hace tres años en un blog con ilustraciones de Daniel Caporaletti.

Capital Federal - La novela Leyenda de un superhéroe, obra del cantautor Zambayonny, cierra la saga de los antihéroes rioplatenses, más ácida y violenta que la anterior, retratando una suerte de guía turística de la decadencia porteña.

La historia que comenzó a escribirse hace más de tres años en un blog y llegó al papel con Biografía de un superhéroe, tiene su vuelta de tuerca en Leyenda de un superhéroe, editada también por Marea en el mismo formato de folletín que le dio origen, es decir, capítulos muy cortos que parecen escritos por entrega, otra vez ilustrados por Daniel Caporaletti.

Los uruguayos Karmelo Restelli y Mario Morresi, quien tuvo la capacidad de volar y ver a distancias humanamente imposibles, continúan con la búsqueda de Valentina, hija desconocida pero amada por el superhéroe venido a menos.

Una misión que los lleva por escenarios bizarros y delirantes, desde un taller de autoayuda poblado de personajes marginales en el microcentro porteño, a un portal interdimensional en las sierras bonaerenses.

La trama se oscurece y densifica con un Morresi que se hace más puteador, alcohólico, violento e ingobernable a medida que avanza la lectura; un Restelli que pierde la inocencia que lo hacía parecerse a un niño en relatos anteriores; y vaticinios cada vez más funestos de fin de mundo.

"Me costó bastante encontrar la voz de esta novela; me gustaba la idea bares espantosos, cuadras siniestras... la idea de un Buenos Aires paralelo para iniciados, sitios que a simple vista parecen una cosa pero que para quien no es neófito significan algo muy distinto, siempre más cerca de la pesadilla que del sueño", dice en diálogo con Télam Zambayonny.

El antiguo Ministerio de Obras Públicas que se alza en medio de la 9 de Julio, por ejemplo, es un elefante blanco que en el último piso alberga una misteriosa oficina donde personajes olvidados por la historia, el gobierno y la misma institución reciben información de personas con habilidades especiales: visión panorámica, oído ultrasónico, fuerza hercúlea.

Esa misma mirada se carga en los personajes: El viejo Sureña es un ex campeón nacional de pool también borrado del mapa por su invalidez y adicciones, que en una silla de ruedas juega su última carta con otro perdedor, el protagonista de esta historia que busca a una hija de más de 20 años que no crió porque se enteró tarde de su existencia.

"A medida que la historia avanza se va cerrando y oscureciendo, es lo que necesitaba para golpe final -anticipa el autor-. Me atraen mucho los personajes y escenarios sórdidos, los tipos que pasan desapercibidos pero conocen códigos soterrados; edificios que parecen inofensivos pero dentro albergan un mundo de gente y situaciones, donde se definen juegos que muy pocos entienden".

Los capítulos se articulan como una sucesión de puertas, aberturas y "pases a mundos posibles que a cierta distancia parecen inocentes, pero que al caminarlos un poco muestran otra cara, por lo general menos amena".

"Muchos amigos que leyeron la novela hicieron el recorrido después, no sólo por la ciudad de Buenos Aires, existe la localidad de Peralta, la estación de trenes, el convento, el turismo extraterrestre", enumera Perdomo.

Están los campings, la puerta interdimensional, los hippies que si no van al Uritorco se congregan en esas montañas, es cuento y no: "El delirio viene de lo real -explica-, de los `souvenirs` extraterrestres; de un pueblo que vive del turismo marciano, algo muy loco; y de la historia del fin del mundo que, por lo que se ve, no llegó", asegura.

Zambayonny, Diego Perdomo para familiares y amigos, nació en Buenos Aires hace más de tres décadas y se crió en Bahía Blanca donde comenzó a componer la canciones de humor negro y guarango que tras lograr una multitud de seguidores en Internet lo devolvieron a territorio porteño, adonde además de sostener un continuado de shows musicales hace radio una vez por semana.

Hay una cosa del humor chancho que me da mucha risa, son golpes que funcionan, lo que más me interesa es cómo se horrorizan los personajes en los textos y las personas en la vida real".

"Tengo en mi computadora 25 canciones que seleccionar para una producción del Búfalo con varios `hits` controversiales -anuncia y se ríe (religión y sexualidad entre sus preferidos)-. Uno no es inocente de qué elige, por qué lo desarrolla y cómo lo resuelve, yo me puedo hacer cargo de cada verso de cada canción y de cada línea de cada texto que escribo", concluye.
Fuente: Télam