Marea Editorial

Una nueva “Excursión a los indios ranqueles”: qué pasó con el pueblo originario a 150 años del clásico de Lucio Mansilla

La nueva edición del libro fundante de la crónica moderna argentina incluye un texto de Alejandro Seselovsky titulado “¿Qué pasó con los ranqueles después?”, para el que viajó, un siglo y medio más tarde, a Leubucó, La Pampa, para rastrear el paradero de los descendientes actuales de ese pueblo originario.

Argentina tiene una larga tradición en el género de la crónica, cuyo libro fundacional fue el clásico Una excursión a los indios ranqueles, de Lucio Mansilla. A más de un siglo y medio de su publicación, una nueva edición del libro en el que el escritor, político, diplomático, coronel y cronista argentino narra su viaje a Leubucó, La Pampa, reafirma su papel fundamental en la literatura argentina al mismo tiempo que lo amplía y lo inserta en el siglo XXI.

Además del texto original, esta edición de Una excursión a los indios ranqueles publicada por Marea Editorial viene con prólogo y notas del editor, escritor e investigador Saúl Sosnowski, e incluye además una crónica de Alejandro Seselovsky titulada “¿Qué pasó con los ranqueles después?”, en la que el escritor y periodista viajó al mismo lugar al que Mansilla había viajado un siglo y medio antes para rastrear el paradero del pueblo originario en cuestión.

Este último lanzamiento de la colección Ficciones Reales, dirigida por Cristian Alarcón, propone que leer a Mansilla en el siglo XXI es, además de un placer, un deber hacia los pueblos originarios y a su lucha que hoy sigue viva. Porque somos mestizaje, somos el otro, porque según Mansilla los indios son argentinos y los criollos también son indios.

Escribe Seselovsky: “Esta nueva edición nos entrega varios motivos para brindar. El viaje de Mansilla es un viaje hacia el Otro. También, es el encuentro entre la barbarie y la civilización y el relato de una dolorosa contingencia: la de nuestras fronteras físicas y simbólicas; las que nos unen y nos separan. Indios y cristianos, en 1870, compartieron mate y fogón en las tolderías de Leubucó. Brindamos por ellos: yapaí”.